(22.09.07) La Asociación Republicana Socialista (Areso) felicita a la Delegación de Cultura y Fiestas por “un programa de actividades conmemorativas del 24 de septiembre en su mayor parte excelente, del que destacamos la primera entrega de Cuadernos para el Bicentenario y la sobresaliente aportación de la Guardia Salinera Isleña”.
Areso entiende que “nuestra Historia es la que es, y que obviamente un importante lugar de ésta lo ocupa la dinastía borbónica, por lo se hace acreedora de que se le dedique una edición de la Conmemoración del 24 de septiembre de 1810”. No obstante, la Asociación Republicana Socialista entiende que es un despropósito y falta a la verdad histórica atribuir a la dinastía en su conjunto contribución alguna a la democracia española: “¿Qué contribución hizo Felipe V, francés cuya llegada al trono se efectuó tras una guerra civil, y que impuso un régimen centralista? ¿Y Fernando VII, que abolió la Constitución de 1812 y restableció el más retrógrado absolutismo, dando paso incluso a las guerras civiles carlistas?”. Los reinados de Alfonso XII y XIII no fueron más afortunados, estando presididos por una seudodemocracia caciquil. “En el caso de Alfonso XIII, legitimó la dictadura de Primo de Rivera, se vio obligado a abdicar ante el advenimiento de la II República, y durante la guerra civil apoyó a los golpistas, enviando a su hijo Juan de Borbón, padre del actual Jefe del Estado, a combatir en el ejército de Franco, aunque éste lo rechazó”.
En cuanto a Juan Carlos I, es cierto que dio paso a un régimen de mayores libertades, aunque las circunstancias tanto nacionales como internacionales no hubieran permitido otra cosa. Y en cualquier caso, no puede olvidarse que fue designado Jefe de Estado por el sanguinario dictador Francisco Franco, imponiendo la monarquía y hurtando al pueblo español la posibilidad de elegir entre un régimen monárquico o un régimen republicano. Por último, y en contra de lo que establece la historiografía oficial, hay plausibles claroscuros acerca del papel jugado en la intentona golpista del 23-F, toda vez que elementos cercanos a la Casa Real estaban implicados o informados de la misma.
Por último, para Areso es evidente que el primer periodo realmente democrático en la Historia de España fue la II República, cuya Constitución de 1931 garantizaba los derechos ciudadanos, la igualdad de todos los españoles sin discriminación alguna por nacimiento, la elección democrática del Jefe del Estado, el sufragio universal y la liquidación del régimen caciquil de alternancia de partidos que prevaleció bajo el infausto reinado de Alfonso XIII. Evidentemente este homenaje no pasa de ser una adulación propia de súbditos y lacayos a la figura del actual Jefe del Estado.
Areso entiende que “nuestra Historia es la que es, y que obviamente un importante lugar de ésta lo ocupa la dinastía borbónica, por lo se hace acreedora de que se le dedique una edición de la Conmemoración del 24 de septiembre de 1810”. No obstante, la Asociación Republicana Socialista entiende que es un despropósito y falta a la verdad histórica atribuir a la dinastía en su conjunto contribución alguna a la democracia española: “¿Qué contribución hizo Felipe V, francés cuya llegada al trono se efectuó tras una guerra civil, y que impuso un régimen centralista? ¿Y Fernando VII, que abolió la Constitución de 1812 y restableció el más retrógrado absolutismo, dando paso incluso a las guerras civiles carlistas?”. Los reinados de Alfonso XII y XIII no fueron más afortunados, estando presididos por una seudodemocracia caciquil. “En el caso de Alfonso XIII, legitimó la dictadura de Primo de Rivera, se vio obligado a abdicar ante el advenimiento de la II República, y durante la guerra civil apoyó a los golpistas, enviando a su hijo Juan de Borbón, padre del actual Jefe del Estado, a combatir en el ejército de Franco, aunque éste lo rechazó”.
En cuanto a Juan Carlos I, es cierto que dio paso a un régimen de mayores libertades, aunque las circunstancias tanto nacionales como internacionales no hubieran permitido otra cosa. Y en cualquier caso, no puede olvidarse que fue designado Jefe de Estado por el sanguinario dictador Francisco Franco, imponiendo la monarquía y hurtando al pueblo español la posibilidad de elegir entre un régimen monárquico o un régimen republicano. Por último, y en contra de lo que establece la historiografía oficial, hay plausibles claroscuros acerca del papel jugado en la intentona golpista del 23-F, toda vez que elementos cercanos a la Casa Real estaban implicados o informados de la misma.
Por último, para Areso es evidente que el primer periodo realmente democrático en la Historia de España fue la II República, cuya Constitución de 1931 garantizaba los derechos ciudadanos, la igualdad de todos los españoles sin discriminación alguna por nacimiento, la elección democrática del Jefe del Estado, el sufragio universal y la liquidación del régimen caciquil de alternancia de partidos que prevaleció bajo el infausto reinado de Alfonso XIII. Evidentemente este homenaje no pasa de ser una adulación propia de súbditos y lacayos a la figura del actual Jefe del Estado.
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